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Récord de multimillonarios: más que nunca y más ricos

Por Redacción

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El mundo nunca había conocido tanta riqueza acumulada en tan pocas manos. El listado de multimillonarios que cada año publica Forbes acaba de marcar un nuevo hito: por primera vez en la historia, más de 3.000 personas poseen fortunas que superan los 1.000 millones de dólares, concentrando un patrimonio total estimado en 16,1 billones de dólares. Una cifra que supera el PIB conjunto de economías como Japón, Alemania y Francia, y que redefine las coordenadas del poder económico global.

Lejos de ser una anomalía, el fenómeno se consolida. El Hurun Research Institute corrobora el auge con su propio estudio, que contabiliza 3.442 multimillonarios en el mundo en 2025, un incremento del 5 % en número y del 13 % en riqueza respecto al año anterior. Estados Unidos, China e India encabezan la lista, mientras Europa recupera terreno con fortunas nacidas en los sectores de la tecnología, el lujo, la inversión sostenible y las energías limpias.

Esta expansión del número de grandes fortunas no es sólo una cuestión de cifras; es también un reflejo de un cambio cultural. Los nuevos ricos del siglo XXI no se conforman con poseer: desean trascender. Invierten en experiencias únicas, en arte con propósito, en proyectos filantrópicos y en activos emocionales que den sentido a su legado. La ostentación da paso al refinamiento silencioso, y la discreción se convierte en el nuevo símbolo de estatus.

Sin embargo, esta acumulación récord de riqueza plantea interrogantes profundos. La brecha entre las élites financieras y las clases medias se ensancha, mientras las marcas de lujo se enfrentan a una nueva exigencia moral: la sostenibilidad del privilegio. La élite global busca autenticidad, exclusividad y responsabilidad; tres conceptos que redefinen qué significa ser rico en el mundo contemporáneo.

En este contexto, el lujo ya no se mide sólo en quilates o caballos de potencia, sino en tiempo, bienestar, privacidad y propósito. Los multimillonarios de hoy viajan menos por obligación y más por placer; adquieren menos por necesidad y más por significado. El lujo se vuelve consciente, pausado y —paradójicamente— más humano.

Mientras las grandes listas financieras continúan creciendo, el verdadero valor parece desplazarse hacia un terreno intangible: la capacidad de disfrutar, de preservar, de dejar huella. El siglo XXI asiste así a una paradoja fascinante: nunca ha habido tantos ricos, pero nunca ha sido tan difícil definir qué es realmente la riqueza.