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La Fondation Louis Vuitton abre sus salas a un genio inquieto

Por Redacción

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Desde el 17 de octubre de 2025 hasta el 2 de marzo de 2026, la Fondation Louis Vuitton de París se convierte en epicentro del arte contemporáneo con la muestra más amplia jamás dedicada al pintor alemán Gerhard Richter. Más de 270 obras —entre pinturas, acuarelas, esculturas de vidrio y fotografías intervenidas— trazan seis décadas de búsqueda incesante entre la realidad, la abstracción y la memoria.

Esta exposición, comisariada por Dieter Schwarz y Nicholas Serota, ofrece un recorrido cronológico que permite seguir la evolución de un artista que, lejos de repetirse, ha transformado cada etapa de su vida en una reflexión pictórica sobre la percepción y el paso del tiempo.

Entre la figuración y el abismo de la abstracción

Richter, nacido en Dresde en 1932, es conocido por su maestría técnica y su capacidad para moverse entre extremos: del retrato borroso basado en fotografías familiares a los lienzos abstractos de grandes dimensiones ejecutados con espátula. En esta muestra, obras icónicas como Onkel Rudi (1965) o la serie 18 Oktober 1977 dialogan con los vibrantes Abstraktes Bild que marcaron su madurez.

Por otro lado, sus pinturas sobre vidrio y acero revelan la obsesión del artista por la luz, la transparencia y la imposibilidad de fijar una imagen definitiva. Así, el visitante transita de lo íntimo a lo monumental, de lo histórico a lo puramente sensorial.

La memoria como pigmento

Formado en la Alemania del Este y testigo directo de la división del país, Richter huyó a Occidente en 1961. Esa fractura biográfica impregna toda su obra: el trauma de la guerra, la reconstrucción cultural, la duda frente a la ideología y la representación.
La exposición no solo presenta al pintor como maestro formal, sino como cronista emocional de Europa. Cada lienzo parece una pregunta sin respuesta: ¿qué significa ver después del desastre?, ¿qué puede la pintura en la era de la fotografía y la pantalla?

Un montaje inmersivo en la arquitectura de Gehry

El edificio de Frank Gehry, con sus volúmenes de vidrio y titanio, acoge una museografía que respeta el silencio y la escala de cada obra. El visitante avanza entre salas de colores neutros donde la pintura respira y el sonido se atenúa, reforzando la experiencia meditativa.
Las últimas salas están dedicadas a los “Abstrakte Bilder” de los últimos años, donde la materia parece vibrar. El recorrido culmina con una instalación en vidrio que refleja el espacio y al espectador, recordando que la obra de Richter siempre devuelve la mirada.

En definitiva, esta retrospectiva no solo celebra a un maestro consagrado, sino que confirma que Gerhard Richter sigue siendo el pintor que mejor ha traducido las dudas del siglo XX en lenguaje visual. Su pintura, entre el azar y la precisión, nos recuerda que toda imagen, al fin y al cabo, es una forma de pensar.