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La Rioja, placer entre viñas

Por Redacción

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La Rioja ya no es solo vino. Cada vez más viajeros de alto poder adquisitivo eligen la región como escapada corta de lujo. Buscan diseño, gastronomía y experiencias exclusivas entre viñedos. Y lo encuentran.

Turismo de alto nivel entre viñas

En los últimos años La Rioja ha dado un salto cualitativo. Las bodegas han pasado de las visitas tradicionales a ofrecer catas privadas, maridajes de autor y recorridos personalizados.
Ahora se reservan salas históricas, se prueban añadas limitadas y se organizan experiencias solo para pequeños grupos.

Haro, considerada la capital histórica del Rioja, es uno de los grandes focos. Sus palacios, el ambiente elegante y el barrio de bodegas atraen a un público que quiere algo más que una simple visita. Además, muchas casas vinícolas apuestan por espacios de diseño y zonas premium con servicio casi de hotel cinco estrellas.

Hoteles-joya: dormir en un palacio o en una obra de arte

El auge del turismo de lujo se nota, sobre todo, en la oferta hotelera. Los llamados hoteles-bodega y los palacios rehabilitados marcan tendencia.

Por un lado, se imponen los alojamientos con spa, vinoterapia y vistas directas a los viñedos. Suites amplias, bañeras exentas, terrazas privadas y desayunos a base de producto local. Por otro, los hoteles instalados en antiguos palacios riojanos. Techos altos, muros de piedra y una decoración contemporánea muy cuidada.

La arquitectura de autor también tiene su protagonismo. Algunos edificios se han convertido en auténticos iconos fotográficos. De este modo, muchos visitantes eligen el hotel tanto por el nivel de servicio como por la estética del lugar. Buscan una imagen reconocible para sus redes sociales y, al mismo tiempo, una experiencia tranquila y refinada.

Logroño y Laguardia: vida urbana y encanto medieval

La capital, Logroño, suma un toque más urbano. La calle Laurel y la San Juan concentran bares de pinchos que han subido el listón. Bocados pequeños, recetas creativas y maridajes con vinos seleccionados. No falta ya la coctelería de autor, ideal para alargar la noche.

A pocos kilómetros, Laguardia ofrece el contrapunto medieval. Es un pueblo amurallado, silencioso y muy fotogénico. Sus calles empedradas y las vistas al mar de viñas completan la imagen de escapada romántica. Por eso muchas parejas combinan ambas paradas: una noche más dinámica en Logroño y otra de calma total entre viñedos.

Experiencias a medida para un viajero exigente

El perfil de viajero que llega a La Rioja busca, cada vez más, experiencias a medida. Catas al atardecer, paseos entre cepas, picnic gourmet en el campo o masajes en pareja con productos de uva.

Además, crece el interés por visitas culturales de alto valor. Los monasterios, las iglesias románicas y los pequeños pueblos de piedra se integran en programas privados con guía.

Así, La Rioja se posiciona ya como un destino de lujo discreto. Sofisticado, cercano y perfecto para una escapada corta que combina vino, bienestar y mucho estilo.