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Los inmortales del golf

Por Redacción

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En el universo del golf profesional, hay victorias memorables y luego está el Grand Slam. Ganar los cuatro torneos más prestigiosos del calendario —The Masters, el U.S. Open, el Open Championship y el PGA Championship— no es solo una cuestión de talento: es una epopeya que coloca al golfista en el Olimpo del deporte. Solo cinco jugadores en la historia lo han logrado. Hoy, ese exclusivo club podría haber recibido a su más reciente miembro: Rory McIlroy.

El Grand Slam, en su acepción moderna, requiere que un golfista gane los cuatro majors en algún momento de su carrera profesional. Estos torneos representan tradiciones centenarias, contextos muy distintos y retos técnicos completamente dispares:

  • The Masters (Augusta National, EE.UU., abril)
  • PGA Championship (EE.UU., mayo)
  • U.S. Open (EE.UU., junio)
  • The Open Championship (Reino Unido, julio)

La dificultad radica no solo en ganar, sino en adaptarse a los entornos radicalmente diferentes, desde los greenes cuidados de Augusta hasta los vientos traicioneros del links británico.

Los cinco hombres que hicieron historia

  1. Gene Sarazen
    • Grand Slam logrado en 1935
    • Uno de los primeros grandes nombres del golf moderno. Su victoria en el Masters de 1935 completó la hazaña.
  2. Ben Hogan
    • Grand Slam en 1953
    • Su leyenda se construyó sobre la precisión quirúrgica de su juego. Ese año ganó tres majors; el Open Británico fue el broche final.
  3. Gary Player
    • Grand Slam en 1965
    • El primer jugador no estadounidense en lograrlo. El sudafricano fue un pionero global en el golf.
  4. Jack Nicklaus
    • Grand Slam en 1966
    • Con 18 majors, más que nadie, “The Golden Bear” es para muchos el mejor jugador de todos los tiempos.
  5. Tiger Woods
    • Grand Slam en 2000
    • No solo lo logró, sino que encadenó los cuatro títulos de forma consecutiva (aunque en dos temporadas): el mítico “Tiger Slam”.

Rory McIlroy: El talento que buscaba su destino

El norirlandés Rory McIlroy, desde que irrumpió con fuerza en 2011 ganando el U.S. Open con apenas 22 años, fue señalado como el heredero natural de Tiger Woods. En tres años, añadió el PGA Championship (2012, 2014) y el Open Británico (2014) a su palmarés. Le quedaba uno: The Masters.

Durante una década, Augusta fue su piedra en el zapato. Fallos, presión, expectativas y fantasmas de su descalabro en 2011, donde lideraba el torneo antes de colapsar en la última jornada, le impidieron completar el Grand Slam.

Hasta abril de 2025. En una edición memorable del Masters, McIlroy finalmente logró la chaqueta verde, cerrando el círculo y convirtiéndose en el sexto jugador de la historia en conseguir el Grand Slam.

“Ha sido un viaje largo, pero cada paso me ha preparado para esto”, declaró McIlroy entre lágrimas tras su victoria. “Hoy no solo gané un torneo, me liberé de mí mismo”.

¿Qué significa esto para el golf?

La victoria de McIlroy no solo cierra una etapa personal, también devuelve al golf una narrativa mítica: la de los elegidos. En una era de divisiones entre circuitos, cambios tecnológicos y dudas sobre el futuro del deporte, gestas como la de McIlroy unifican al público.

Su estilo elegante, su actitud honesta y su persistencia en la adversidad han conquistado tanto a críticos como a aficionados. Ahora, su legado está asegurado.

¿Vendrán más?

Jugadores como Jordan Spieth o Phil Mickelson han rozado el Grand Slam, pero no han podido cerrarlo. Con la irrupción de nuevas figuras jóvenes, como Ludvig Åberg o Viktor Hovland, el futuro promete emoción, pero también incertidumbre.

El Grand Slam es raro porque debe serlo. Su dificultad le da su magia. Y ahora, con McIlroy en el panteón, el golf recuerda por qué sigue siendo un deporte de leyendas.