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La Met Gala: La Noche Más Fashion del Planeta

Por Redacción

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La Met Gala no nació bajo los focos. En sus orígenes, allá por 1948, fue una discreta cena benéfica organizada por Eleanor Lambert, la mujer que dio forma a la moda americana tal como la conocemos. Su propósito era noble y cultural: recaudar fondos para el Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, la única sección del museo que debe autofinanciarse.

Durante décadas, fue un evento refinado pero sin cámaras. Todo cambió en 1995, cuando Anna Wintour, la poderosa directora de Vogue, asumió el control. Lo que era una velada privada se transformó en el desfile de celebridades más espectacular del mundo. Desde entonces, cada primer lunes de mayo, Nueva York se detiene para observar cómo la moda se convierte en arte… o en provocación.

Looks que cambiaron la historia del estilo

La Met Gala no solo es una alfombra roja: es un escenario global. Y como tal, nos ha regalado momentos que definieron tendencias, rompieron moldes… y encendieron las redes.

• Rihanna y la capa imperial (2015): Una creación dorada de la diseñadora china Guo Pei, tan enorme que necesitó asistentes para moverla. Se convirtió en meme, en icono y en clase magistral de elegancia contemporánea.
• Lady Gaga como show total (2019): Cuatro atuendos, un cambio tras otro en plena escalinata. Entre performance y striptease, Gaga dio una lección de “camp” que aún se estudia en las escuelas de moda.
• Kim Kardashian con el vestido de Marilyn (2022): El traje original que Monroe usó para cantar “Happy Birthday, Mr. President”. Una elección polémica, entre la historia y el escándalo.
• Zendaya, la Cenicienta luminosa (2019): Vestida por Tommy Hilfiger, el vestido se iluminaba con una varita mágica. Disney y alta costura, en versión gala.

Moda, espectáculo y… ¿exceso?

Detrás del brillo, la Met Gala también despierta reflexiones. Las entradas cuestan más de 50.000 dólares por persona y las mesas superan los 300.000. Pero no basta con pagar: Anna Wintour aprueba cada invitación. La gala es un campo de poder, donde las marcas eligen a sus embajadores y los diseñadores convierten a sus musas en leyendas.

Sin embargo, no todo es glamour. También hay debates sobre exclusión, diversidad o exceso de ostentación. Algunos critican que el evento se aleje de la esencia cultural para abrazar el marketing y la viralidad. En 2021, la presencia de influencers como Addison Rae o Dixie D’Amelio generó debate: ¿se banaliza la moda al mezclarla con la fama digital?

Y no olvidemos los dramas de ascensor: en 2014, Solange Knowles golpeó a Jay-Z después de la gala, mientras Beyoncé miraba en silencio. Nadie supo por qué. Pero el vídeo se volvió leyenda urbana.

El otro vestido: el de las exposiciones

La Met Gala no es solo una fiesta. Es la gran inauguración de una exposición de moda en el Met, que se convierte en destino obligado para amantes del diseño, estudiantes, artistas y turistas. Cada muestra está curada por Andrew Bolton, el gran narrador de la moda en clave museística.

Algunas exposiciones se han convertido en eventos culturales globales. Entre ellas:
• Savage Beauty (2011), sobre Alexander McQueen
• China: Through the Looking Glass (2015)
• Heavenly Bodies (2018), con el Vaticano de fondo

Estas exposiciones demuestran que la moda también es memoria, discurso, símbolo. Un lenguaje que puede emocionar como una pintura o un poema.

Final con lentejuelas

La Met Gala es una mezcla perfecta entre pasarela y ceremonia, arte y espectáculo, frivolidad y profundidad. Cada año, nos recuerda que la moda es una forma de contar historias, de desafiar normas y de soñar.

Cuando las luces se apagan y la escalinata queda vacía, solo queda el eco de los pasos, los destellos y las preguntas: ¿quién acertó? ¿quién provocó? ¿quién hizo historia?

Porque al final, la Met Gala no solo viste cuerpos. Viste una época.