Enclavado en el corazón de Somió, la zona residencial más exclusiva de Gijón, se alza Villa María, un majestuoso palacete construido en 1890 que no solo refleja el esplendor de la nobleza asturiana de finales del siglo XIX, sino que también se ha convertido en el centro de atención del mercado inmobiliario de lujo en el norte de España. Ahora, tras una significativa rebaja, esta joya patrimonial busca nuevo dueño por 4,9 millones de euros, lejos de los más de 8 millones por los que inicialmente salió a la venta.
Un legado arquitectónico único
Villa María fue diseñada por el reconocido arquitecto Juan Miguel de la Calzada, por encargo del empresario Tomás Zarracina Rodríguez, figura prominente de la industrialización asturiana. El edificio, de estilo burgués ecléctico con inspiración neoclásica y toques del barroco italiano, se erige como un auténtico símbolo de la opulencia de la época.
La finca cuenta con más de 1.300 m² construidos distribuidos en cuatro plantas, sobre una parcela de casi 7.000 m² de jardines históricos salpicados de esculturas, fuentes y vegetación centenaria. Cada detalle de su interior —desde los suelos de olmo y nogal hasta los techos de más de cuatro metros, pasando por las puertas talladas en nogal español y un salón adornado con ébano— revela un nivel de artesanía y sofisticación hoy casi desaparecido.
Una residencia de ensueño
La distribución interior está pensada tanto para el confort como para el lucimiento social. En sus plantas superiores se reparten ocho dormitorios en suite, incluyendo una suite principal con salón privado y vestidor. En la planta noble, destacan la biblioteca, el salón señorial, varias salas de estar, una de ellas con chimenea y otra convertida en sala de billar, además de un elegante comedor con acceso directo a los jardines.
El semisótano alberga estancias de servicio y un apartamento completamente equipado para el personal, lo que añade funcionalidad a la vida diaria en esta mansión del siglo XIX.
Historia viva en venta
El valor de Villa María no reside únicamente en sus materiales nobles o su localización privilegiada. Este inmueble ha sido testigo de más de 130 años de historia, sobreviviendo a cambios sociales, políticos y urbanísticos sin perder su esencia. Conservado con mimo y restaurado con criterios patrimoniales, el palacete combina encanto clásico con las comodidades de la vida moderna.
La ubicación de la propiedad es, en sí misma, un lujo. Somió, con su microclima amable y su cercanía a la Playa de San Lorenzo, es el destino predilecto de la élite gijonesa. A escasos minutos se encuentran el Real Club de Tenis de Gijón, restaurantes de alto nivel, escuelas internacionales y varios campos de golf, lo que convierte a esta residencia en una oportunidad para quienes buscan exclusividad, historia y confort en un solo espacio.