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El Samsung Galaxy Z Flip 5

Por Redacción

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¿Para qué usamos nuestros móviles? Hace años, y un par de generaciones de gente, que la respuesta no es “para hablar”. Es nuestra ventana a varios mundos: el digital, cada vez más entrelazado con nuestras vidas. Una simbiosis que va desde cuidar nuestra vida, con sus contadores de pasos y sus ejercicios, a usarlo como método de pago, mapa, brújula, y cerebro adicional. El social, para ver y que nos vean, para buscar y que nos busquen, para comunicarnos y así existir un poco más allá de los lunes y las rutinas. Eso que antes, cuando aún eran teléfonos, empezaba y acababa en hablar. Y el ocio: para leer, para aprender, para perdernos en la música o, desde hace un par de pantallas, en las películas y las series, con dispositivos cuya pantalla principal no compite en tamaño, pero sí supera en calidad al cine de tu barrio.

Son ideas a las que les di vueltas cuando Samsung me permitió ver hace unos días, poco antes de su debut hoy en su evento Unpacked, el Samsung Galaxy Z Flip 5. La definición aburrida, la que esperaba, es “la quinta generación del móvil plegable de Samsung”. Ese que hemos visto en Emily in Paris y en unas cuantas calles desde que su versión anterior se convirtiese en un éxito sin precedentes por dos atractivos principales: un diseño que lo distinguía del resto (al móvil y a quienes lo usen) y la posibilidad de sacar selfis estupendas con “las cámaras buenas”, las traseras. Obviamente, eso no sólo sigue, convenientemente perfeccionado (el cierre ahora es perfecto, con una nueva bisagra y un diseño refinados, y las cámaras se ven alimentadas por una de las mejores bazas de Samsung: un posprocesado de imagen sin mucho rival gracias en parte a los chips Snapdragon de última generación que montan los dispositivos presentados en este Unpacked) Pero lo primero que vi al ver el Flip 5 era un dispositivo que me pedía que hiciese preguntas. Porque lo que antes era una idea a medio desarrollar (una pantalla externa que facilitase hacer cosas sin tener que desplegarlo) ahora es la protagonista:

El Samsung Galaxy Z Flip 5 no es sólo un plegable sino una nueva forma de relacionarnos con el móvil

Una pantalla de 3,4 pulgadas, personalizable hasta el infinito, y que sirve para resumir buena parte de esas funciones que comentábamos antes: contestar WhatsApps con un teclado adecuado, acceder a buena parte de las apps del día a día y, en general, hacer que con un cuadradito podamos simplificar nuestra relación con el móvil. Sí, es un dispositivo orientado al lifestyle (disponible desde el 11 de agosto a partir de 1.209 euros, aunque ya está disponbile para precompra), y yo debería estar hablando de selfis, colores, las mejoras en la flexcam (el móvil semidesplegado sirve como trípode o base para fotos, videoconferencias -con una cámara que ahora te sigue y te enfoca automáticamente-, etcétera), la facilidad para editar y personalizar todo tipo de retratos o escenas, los avances en sus fotos nocturnas y de usarlo en todas las posturas imaginables.

Pero Samsung tiene la capacidad de, cada pocos años, lanzar dispositivos que me hacen replantearme la relación con la tecnología, en lugar de limitarse a “es lo del año pasado, pero mejor” (que también: su nueva tablet Galaxy S9 presentada en el mismo evento obedece a ese principio necesario). Uno fue el Note, hace muchos años, que devolvió la tactilidad, el uso natural y la escritura a dispositivos convertidos en rectángulos con tecladito virtual. Otro fue la caja One Connect de sus teles que liberó los salones de la tiranía estética del manojo de cables. Y así un pequeño reguero de etcéteras. Si tengo que mencionar otra empresa tecnológica que me provoque esas sensaciones, tendría que señalar a Nintendo: hacer las cosas diferentes no por la novedad de la diferencia, sino por el convencimiento de que humanos y máquinas nos llevaremos mucho mejor a través de ella.

La bisagra del Z Flip 5 tambin ha mejorado hasta conseguir que cerrado sea un móvil completamente compacto.

Así que lo ha conseguido el Z Flip 5 es una cosa que ya estaba ahí, de fondo: ¿para qué usamos esos móviles alargados que no nos caben en la mano? Mi respuesta actual, tras haberlo probado es que principalmente para tres cosas: para hablar a veces (no todo el mundo se ha entregado aún a los auriculares inalámbricos con micrófono), para jugar y para ver cosas (el Flip 5 tiene Youtube en su pantalla exterior, pero seamos sinceros: hay cosas para las que quieres una AMOLED 2X de 6,7 pulgadas). No es que sea molesto abrirlo o cerrarlo, todo lo contrario. Es más manejable que el Flip 4 y sus antecesores. La cuestión es que no hace falta hacerlo: las notificaciones, la posiblidad de contar con un tecladito para la comunicación diaria, y la multitud de aplicaciones que podemos pegar a esa pantalla externa y manejar con un dedo resumen casi todos nuestros usos del móvil, en la mitad de tamaño.

Una idea que también afecta al FOMO, esa inmediatez a la que nos quiere abocar lo digital, y con ella a la dependencia del dispositivo. El Flip 4 ya añadió una pequeña barrera a mi vida, que fue la de contemplar las notificaciones y decidir si merecía la pena abrir o no el dispositivo en aquel momento o seguir con el vermú con los amigos. El Z Flip 5 recupera un poco una sensación muy vieja, la de la Blackberry: contestar a lo urgente sin mayor complicación, leer lo importante sin mucha interrupción, etcétera.

Separar incluso los usos: desplegado, el Z Flip 5 es un teléfono, un smartphone premium como puede serlo un Galaxy S23+. Un dispositivo que conocemos y con el que perderemos las horas en TikTok. Pero convertido en el cuadrado mágico es otra cosa: es un dispositivo que nos permite hacer todo lo que ya nos daba un teléfono, pero sin reclamar el protagonismo de nuestras dos manos, de toda nuestra atención. El mérito del Galaxy Z Flip 5 es ser tan útil que se convierta en algo menos incómodo en nuestras vidas, el objetivo último de todo esto desde que los smartphones nacieron como cacharritos de, curiosamente, pantallas de 3,5 pulgadas (aunque el móvil en sí fuese más grande) despojados de lo superfluo. En aquel lejano momento, hace 16 años, lo superfluo era el teclado físico.

Ahora, desde mi punto de vista, el Z Flip 5 no es un teléfono que simplemente se dobla. Eso es suponer que su estado natural es desplegado. No, lo siento. El Samsung Galaxy Z Flip 5 es un smartphone compacto, tremendamente útil, que guarda dentro otro más grande para cuando quieras o lo necesites, y que no te va a pedir tu plena atención para las cosas más básicas (algo que se adivinaba desde esa maravillosa función de sus antecesores, también presente aquí: sacar una selfi simplemente levantando la mano, sin tener que tocar físicamente el dispositivo). Es decir, el Z Flip 5 no quiere ser el mejor de los móviles actuales, sino el mejor de los futuros: de ese mundo en el que la relación con nuestra tecnología sea al mismo tiempo poco intrusiva y terriblemente eficaz. Aparte de todo esto, por supuesto, es el móvil que deseará cualquiera que aspire a ser realeza del selfi. Pero eso lo dábamos por descontado.