El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo abre sus salas a la imponente propuesta de Regina de Miguel, Canta una piedra, que podrá visitarse hasta el 11 de enero de 2026. La muestra convierte la tierra, las piedras y los estratos geológicos en metáforas vivas de memoria, resistencia y especulación poética.
Un espacio híbrido: entre templo y laboratorio
En primer lugar, la exposición plantea un espacio dual: las celdas monásticas del Claustrón Este se transforman en un ámbito híbrido entre altar y laboratorio. Según la directora del CAAC, Jimena Blázquez, la propuesta “explora de dónde venimos y ayuda a comprender el mundo en el que vivimos”, desplegando una narrativa estratigráfica y por capas, como la propia tierra.
Diálogos con la tierra: obras y estrategias
A continuación, la práctica interdisciplinar de De Miguel se revela en un conjunto de instalaciones, esculturas de obsidiana, cerámicas, grabados y piezas audiovisuales.
- La vida en Canamara II: mural colaborativo con obsidianas pintadas que dialogan con la tradición barroca sevillana.
- Nekya: película que recorre Riotinto desde la perspectiva geológica e histórica.
- El último término que alcanza la vista: instalación que ensambla icebergs, mapas y capas emocionales.
De este modo, cada obra se convierte en una arqueología sensible del territorio.
El territorio andaluz como memoria viva
Por otra parte, la exposición sitúa el paisaje andaluz en el centro de la reflexión. Riotinto, con su color rojo de bacterias extremófilas y su historia minera, se erige como símbolo de memoria extractiva y resistencia popular.
Asimismo, De Miguel incorpora colaboraciones con ceramistas de Gelves y estudiantes de Bellas Artes de Sevilla, reforzando el carácter comunitario y pedagógico del proyecto.
Impacto cultural e institucional
En cuanto al contexto, Canta una piedra consolida al CAAC como referente internacional del arte contemporáneo experimental. La apuesta por lo local y la memoria del territorio responde a la visión curatorial de la institución, en plena expansión con la rehabilitación del Pabellón del siglo XV.
Así, la exposición no sólo propone una experiencia estética, sino también una relectura crítica del patrimonio y el entorno andaluz.
Una experiencia inmersiva y poética
Finalmente, Canta una piedra se presenta como un viaje hacia lo inconsciente del territorio. Las piedras cantan, los estratos dialogan, y la memoria del suelo andaluz se convierte en relato vivo.
En consecuencia, la obra de Regina de Miguel trasciende la simple exhibición artística: es un ritual contemporáneo que invita a los visitantes a sentir la tierra como archivo, canto y resistencia.
