Un actor eterno que sigue evolucionando
A sus 76 años, Richard Gere continúa siendo sinónimo de elegancia, talento y profundidad emocional. Aunque muchos lo recuerdan por clásicos como Pretty Woman o Oficial y caballero, su trayectoria abarca mucho más que los grandes éxitos de taquilla. Hoy, lejos de los focos de Hollywood y más cerca de la serenidad europea, el actor estadounidense atraviesa una etapa de introspección y creatividad que redefine su legado artístico y personal.
Por lo tanto, hablar de Gere en 2025 es hablar de un hombre en plena reinvención, que ha sabido combinar su carrera cinematográfica con su faceta humanitaria y espiritual.
De galán irresistible a intérprete de emociones complejas
Nacido en Filadelfia en 1949, Richard Tiffany Gere comenzó su carrera sobre los escenarios de Broadway antes de dar el salto al cine en los años setenta. Su papel en American Gigolo (1980) lo convirtió en un icono de sensualidad y estilo, mientras que Oficial y caballero (1982) consolidó su estatus como símbolo romántico de una generación.
Con el paso del tiempo, y en lugar de anclarse en ese arquetipo, Gere eligió un camino más introspectivo. Películas como Chicago (2002), Arbitrage (2012) o Norman (2016) mostraron su habilidad para explorar los dilemas morales y la vulnerabilidad interior.
Además, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Gere ha sabido envejecer con elegancia y propósito, eligiendo papeles que reflejan madurez y reflexión, más que simple nostalgia.
Proyectos actuales: arte, conciencia y televisión de autor
A pesar de su aparente retiro de Hollywood, Gere sigue plenamente activo. Su último proyecto cinematográfico, Oh, Canada —dirigido por Paul Schrader, el mismo de American Gigolo—, lo reúne con un viejo amigo creativo. En esta cinta interpreta a un hombre que revisita los fantasmas de su pasado, en una historia tan poética como introspectiva.
Asimismo, participa en la serie The Agency, una producción de Showtime y Paramount+ que marca su debut como protagonista en televisión. En ella, encarna a un exespía británico atrapado entre la ética y el poder, demostrando que su magnetismo y presencia escénica permanecen intactos.
Por si fuera poco, Gere también impulsa proyectos de corte más espiritual, como el documental Wisdom of Happiness, dedicado al Dalái Lama y a la búsqueda de la paz interior. Todo ello confirma que su carrera continúa evolucionando, pero ahora con un sentido más humano y trascendente.
Un activista coherente y comprometido
Más allá del cine, Gere es reconocido por su defensa de los derechos humanos, especialmente por su apoyo a la causa tibetana. Su amistad con el Dalái Lama y su activismo constante le han costado vetos en algunos mercados asiáticos, pero el actor no se arrepiente.
Esta coherencia entre pensamiento y acción refuerza su imagen como un referente moral, alguien que ha transformado su notoriedad en una herramienta para generar conciencia global.
Su vida en España no es un retiro, sino una elección. Una prueba de que, incluso en el esplendor de la madurez, todavía se pueden abrir caminos nuevos.
