Una figura marcada por la elegancia y la pureza
El torero sevillano Pablo Aguado, nacido en enero de 1991, se ha consolidado como una de las grandes figuras del toreo contemporáneo. Con un estilo clásico, sobrio y profundamente artístico, Aguado ha sabido recuperar la esencia del toreo sevillano, aquel que apuesta por el temple, la naturalidad y la emoción contenida.
Desde su alternativa en la Plaza de la Maestranza de Sevilla en 2017, de manos de Enrique Ponce y con Alejandro Talavante como testigo, su carrera ha seguido una línea ascendente que lo ha situado entre los toreros más admirados del panorama taurino.
De la Maestranza al reconocimiento nacional
Su consagración llegó en la Feria de Abril de 2019, cuando protagonizó una de las tardes más recordadas de la última década. Aquel día, Aguado cortó cuatro orejas en una sola tarde y abrió la Puerta del Príncipe, un hito reservado solo a los elegidos.
Desde entonces, ha mantenido un nivel artístico que lo ha llevado a triunfar en plazas como Valladolid, Ronda, Huelva y Nîmes, siempre con la misma premisa: torear con verdad y sentimiento.
Premios que confirman su grandeza
A lo largo de los últimos años, los premios y reconocimientos se han convertido en la mejor muestra de su influencia dentro del mundo del toreo. Entre los más recientes destacan:
Concha de Oro (2024) en la Semana Grande de San Sebastián, por su magistral faena al toro Violeta, de Núñez del Cuvillo.
Premio Taurino “Al Detalle para el Recuerdo” (2025), otorgado en la Feria del Corpus de Granada, por “su derroche de torería y naturalidad frente a los toros de Hermanos García Jiménez”.
Además, ha sido reconocido en varias ferias con el título de “Triunfador del ciclo”, reforzando su condición de torero de referencia.
Estas distinciones no solo valoran su técnica, sino también la profundidad artística y humana con la que afronta cada tarde.
Una influencia que trasciende los ruedos
Pablo Aguado se ha convertido en un referente cultural y estético dentro del mundo taurino. Su presencia en galas, premios y encuentros taurinos lo posiciona como un portavoz del toreo clásico, aquel que prioriza la emoción, la pureza y el respeto por la tradición.
Con una imagen sobria y un discurso pausado, Aguado representa una generación que busca mantener vivo el legado de la tauromaquia desde una mirada renovada y contemporánea.
Por todo ello, Pablo Aguado no solo acumula trofeos, sino también respeto y admiración. Su nombre se asocia con la autenticidad, la belleza del toreo lento y el compromiso con una forma de arte que se resiste a desaparecer.
En cada actuación, demuestra que el toreo puede seguir siendo un lenguaje de sensibilidad y verdad, y su figura continúa marcando el rumbo del toreo actual.
