Un viaje entre cenizas y rosas
Japón vuelve a situarse en el centro del arte contemporáneo con la Aichi Triennale 2025, que se celebra del 13 de septiembre al 30 de noviembre en la prefectura de Aichi. Bajo el sugerente lema “A Time Between Ashes and Roses” —un tiempo entre cenizas y rosas—, la sexta edición de esta prestigiosa cita propone un recorrido estético y filosófico sobre los procesos de destrucción y renacimiento, entre la naturaleza y la humanidad, entre la memoria y la esperanza.
En esta ocasión, la dirección artística está a cargo de Hoor Al Qasimi, presidenta de la Sharjah Art Foundation y figura destacada en el panorama internacional. Gracias a su visión, la Triennale adopta un enfoque global y profundamente poético, inspirado en un verso del poeta sirio Adonis. Así, cada instalación, performance o intervención urbana se convierte en una metáfora visual sobre los ciclos de la existencia, la fragilidad y la belleza que emerge de lo efímero.
Un escenario donde tradición y modernidad dialogan
Por otra parte, las sedes principales de la Triennale —el Aichi Arts Center en Nagoya, el Aichi Prefectural Ceramic Museum en Seto y diversos espacios urbanos— permiten al visitante adentrarse en un entorno donde conviven la arquitectura moderna, la artesanía tradicional y la innovación tecnológica.
Seto, célebre por su tradición milenaria en la cerámica, ofrece una dimensión artesanal que complementa la propuesta contemporánea. Entre sus colinas y talleres, el arte se materializa en esculturas, hornos convertidos en galerías y piezas que exploran la unión entre la materia y la memoria. Asimismo, los visitantes pueden observar cómo los artistas locales reinterpretan técnicas ancestrales para transformarlas en obras con un lenguaje actual.
Mientras tanto, el Aichi Arts Center funciona como epicentro del festival, con instalaciones de gran formato, proyecciones inmersivas y una cuidada programación de performance y aprendizaje. De este modo, el recorrido se convierte en una experiencia envolvente que trasciende la simple contemplación y se adentra en el terreno de la emoción y el pensamiento.
Un arte global con alma japonesa
En cuanto a su programación, la edición de 2025 reúne a sesenta y un artistas y colectivos de veintidós países, logrando un equilibrio entre talento japonés e internacional. Entre ellos destacan Basel Abbas y Ruanne Abou-Rahme, quienes presentan una performance inédita en Japón, junto con creadores de Asia, África y América Latina que aportan perspectivas diversas y comprometidas.
Además, la Triennale extiende el arte más allá de los museos: plazas, parques, edificios industriales y templos se transforman en escenarios de experimentación. Gracias a esta integración, el visitante experimenta una conexión directa entre la obra artística, el entorno y la vida cotidiana japonesa.
Asimismo, el programa educativo, conocido como Learning Program, ofrece conferencias, talleres y encuentros que fomentan el diálogo entre artistas y público, reforzando el espíritu participativo y reflexivo del evento.
Una experiencia de lujo para el viajero cultural
Más allá del arte, la Aichi Triennale 2025 se consolida como un destino de lujo. En Nagoya, el visitante puede alojarse en hoteles de diseño, disfrutar de la alta gastronomía japonesa y explorar boutiques de arte contemporáneo. En Seto, en cambio, el entorno natural y la tradición cerámica brindan un contrapunto sereno y contemplativo.
Además, cada detalle del festival —desde la iluminación hasta la disposición de los espacios— ha sido cuidadosamente pensado para ofrecer una experiencia estética y sensorial completa. Así, asistir a la Triennale no es solo ver arte, sino vivirlo con elegancia y profundidad.
Un arte que florece entre contrastes
En definitiva, la Aichi Triennale 2025 se erige como una de las citas culturales más esperadas del año. Más que una exposición, es una meditación colectiva sobre los tiempos que vivimos: frágiles, inciertos y, sin embargo, fértiles en belleza.
En un mundo que oscila entre cenizas y rosas, Japón vuelve a recordarnos que el arte, cuando se experimenta con sensibilidad y apertura, puede convertirse en un acto de esperanza, de introspección y, al mismo tiempo, de lujo.
 
								