Se encuentra en San Simeon, en lo alto de una colina frente al océano Pacífico. Está a medio camino entre San Francisco y Los Ángeles. La silueta del conjunto destaca sobre las colinas verdes de la Costa Central de California. Parece un escenario de cine, pero es real.
El proyecto fue el gran sueño de William Randolph Hearst, magnate de la prensa. En 1919 encargó la obra a la arquitecta Julia Morgan. Juntos transformaron un campamento familiar en una residencia palaciega. El resultado se conoce como “La Cuesta Encantada”. Hay torres inspiradas en iglesias españolas, patios renacentistas y salas de aire gótico. Los jardines descienden en terrazas hacia el paisaje costero.
El club privado de la Edad de Oro de Hollywood
Con el tiempo, el castillo se convirtió en el epicentro de la vida social de la época. Durante los años veinte y treinta, fue uno de los lugares más exclusivos de Estados Unidos. Actores, directores, políticos y grandes empresarios viajaban hasta allí. Ser invitado a San Simeon era un símbolo de estatus absoluto.
Las veladas seguían un ritual claro. Primero, cócteles al atardecer con vistas al Pacífico. Después, cenas largas en el Gran Comedor, bajo altos techos y grandes candelabros. Más tarde, proyecciones privadas en la sala de cine o conversaciones en la biblioteca. El ambiente mezclaba lujo, poder y un punto de fantasía muy propio de Hollywood.
Piscinas icónicas y culto a la imagen
Además, Hearst Castle es famoso por sus piscinas. La Neptune Pool es la más conocida. Está al aire libre, revestida de mármol y rodeada de columnas clásicas. Un pequeño templo preside el conjunto. El agua refleja la arquitectura y el cielo de California. Es una de las imágenes más fotografiadas de la costa oeste.
Por otro lado, la Roman Pool ofrece una experiencia muy distinta. Es interior, revestida de mosaicos azules y dorados. Los diseños recuerdan a las termas romanas. La iluminación es suave y el espacio resulta íntimo y teatral. Muchas producciones, editoriales de moda y rodajes han buscado esta estética de lujo atemporal.
De sueño privado a icono cultural
Con el paso de los años, la historia cambió. Tras la muerte de Hearst, la familia cedió el castillo al Estado de California. La residencia privada se transformó en monumento histórico. Hoy se visita mediante recorridos organizados.
Hay diferentes tipos de tour. Algunos se centran en los grandes salones. Otros muestran las suites privadas o las casas de invitados. También existen visitas nocturnas. El castillo iluminado recupera entonces su aire de fiesta de los años treinta. La experiencia está cuidadosamente coreografiada. Cada grupo recorre los espacios con un ritmo pensado para disfrutar de cada detalle.
Un destino esencial para el viajero de lujo
En definitiva, Hearst Castle es mucho más que una mansión singular. Es la materialización de un sueño personal llevado al límite. Combina arte europeo, arquitectura mediterránea reinterpretada y paisaje californiano. Además, conserva intacto el eco de la Edad de Oro de Hollywood.
Para el viajero de lujo, la visita es una inmersión completa. Por unas horas, se camina por un decorado auténtico. Columnas de mármol, mosaicos dorados y vistas infinitas al océano se unen en una misma escena. Es la Costa Oeste en su versión más dorada y cinematográfica.
