Un bocado de casi diez mil euros
En un rincón discreto de la costa catalana, a medio camino entre el mar y la montaña, un pequeño restaurante de alta cocina se ha convertido en noticia mundial. El restaurante AUPA, ubicado en la localidad barcelonesa de Cabrera de Mar, ha lanzado lo que ya se considera la hamburguesa más cara del mundo: un plato único que cuesta 9.450 euros y representa una declaración de intenciones sobre el lujo gastronómico, la exclusividad y la provocación creativa.
La idea ha sido orquestada por el chef Bosco Jiménez, una figura emergente en la escena culinaria nacional, conocido por su enfoque experimental y su gusto por llevar la gastronomía a los límites de la experiencia sensorial. Con esta creación, el chef no busca tanto impresionar por el precio, como por la propuesta en su conjunto: una experiencia cerrada, personalizada y profundamente hedonista, dirigida a un público exigente, adinerado y amante de lo inédito.

Ingredientes selectos, técnica de élite
Lejos de cualquier hamburguesa convencional, el plato reúne tres de las carnes más prestigiosas del mundo: wagyu A5 japonés, rubia gallega curada y carne de buey finlandés envejecido. La mezcla se compacta con una técnica propia que busca una textura perfecta, ni demasiado densa ni quebradiza, y se cocina a baja temperatura para preservar todo su sabor.
El pan también es protagonista: elaborado con una receta de brioche fermentado durante 72 horas, incorpora harina de oro comestible de 24 quilates, aportando un brillo metálico al conjunto. En el interior, se esconde una salsa especial que incluye un raro licor francés envejecido en barricas de roble durante más de medio siglo, especias traídas de Asia y un toque de trufa blanca de Alba, uno de los ingredientes más caros del planeta.
El acompañamiento no se queda atrás: chips de patata cortadas a mano con sal rosa del Himalaya, y un maridaje con champán vintage Krug Clos du Mesnil, servido en una copa grabada con las iniciales del comensal.
Experiencia por invitación
La hamburguesa no figura en carta ni puede pedirse libremente. Solo se accede a ella por invitación directa del chef o tras una solicitud aprobada por el equipo de AUPA. La degustación se realiza en una sala privada del restaurante, insonorizada, con música diseñada específicamente para estimular el apetito y el placer, y donde cada detalle, desde la iluminación hasta los cubiertos, ha sido concebido como parte del ritual.
El chef Jiménez define esta propuesta como “una obra efímera de arte comestible, donde el lujo no se mide solo en dinero, sino en exclusividad, técnica y narrativa”. La experiencia dura más de dos horas e incluye conversación con el chef, presentación de los ingredientes uno a uno, y un cierre con sobremesa de postres moleculares inspirados en recuerdos de infancia.
El debate sobre el lujo en la gastronomía
La iniciativa ha generado controversia en redes sociales y entre críticos gastronómicos. Para algunos, se trata de un exceso innecesario en un mundo donde la desigualdad alimentaria sigue siendo una realidad. Para otros, es una demostración legítima de la evolución del lujo gastronómico hacia territorios más creativos, emocionales y experienciales.
En cualquier caso, la hamburguesa de AUPA ya ha conseguido su objetivo: marcar un hito en la historia reciente de la gastronomía de lujo y posicionar a Cabrera de Mar como un nuevo destino para gourmets internacionales que buscan experiencias que trascienden el plato.
Y en este caso, literalmente, muerden el oro.