Entre viñedos centenarios, mar turquesa y un silencio solo interrumpido por el canto de las cigarras, emerge la villa secreta donde la diva de Italia encontró la paz. Ahora, este santuario de arte y naturaleza abre sus puertas al mundo.
Un legado de belleza en Monte Argentario
Raffaella Carrà, ícono inmortal del espectáculo europeo, no solo conquistó los escenarios con su energía arrolladora, sino que también supo elegir su paraíso personal con el mismo gusto exquisito con el que se vestía de lentejuelas. En lo más alto de Monte Argentario, en la región toscana de Grosseto, se alza su villa, una residencia que no es solo una casa, sino una declaración de amor a la naturaleza, la arquitectura y la intimidad.
El diseño de la vivienda principal, obra del escultor Giò Pomodoro, combina geometría brutalista con sensibilidad orgánica. Construida en los años 80 con piedra local, se mimetiza con el paisaje como si siempre hubiera estado allí. Desde sus amplios ventanales se contemplan los reflejos dorados del mar Tirreno, mientras la isla del Giglio flota en el horizonte como una promesa de eternidad.
Un universo privado y artístico
La propiedad, ocupa más de seis hectáreas de terreno y se despliega en tres edificaciones independientes. La villa principal cuenta con más de 700 m² distribuidos en niveles que juegan con la luz, la sombra y el volumen. A lo largo de sus estancias —siete dormitorios, salón con chimenea, cocina de diseño, gimnasio frente al mar— se respira una elegancia austera pero cálida. Aquí no hay ostentación, sino intención.
Una segunda villa ofrece otros tres dormitorios, perfecta para huéspedes que busquen privacidad. Y a escasos pasos del agua, una tercera construcción se abre como una concha hacia el litoral: ideal para ver amanecer con un espresso y los pies descalzos.
Todo está rodeado por jardines silvestres, viñedos y olivos, que fueron cuidados personalmente por Carrà en sus escapadas desde Roma. Un helipuerto privado y un picadero para caballos completan la propuesta, pensada para quien busca lujo con alma.
Glamour, memoria y exclusividad
Esta villa no es solo una propiedad inmobiliaria; es un pedazo de historia italiana. Adquirirla es abrazar la memoria de una mujer que fue libre, brillante y profundamente humana. Es vivir en los mismos espacios donde Carrà componía, leía, y encontraba la calma lejos de los focos.
La venta, que se estima entre los 2 y 3 millones de euros, no incluye solo una arquitectura de autor, sino una emoción. Una vivencia. Una historia aún por continuar, escrita entre glicinas, mármol y aire marino.
Para soñadores reales
Monte Argentario es uno de los secretos mejor guardados del Mediterráneo. A diferencia de otras zonas saturadas, aquí la exclusividad no se grita: se susurra entre cipreses. Por eso no sorprende que esta joya haya sido el escondite de una de las mujeres más luminosas del siglo XX.
Hoy, su refugio se ofrece a quien entienda que el verdadero lujo no está en lo visible, sino en lo invisible: en la atmósfera, en la herencia estética, en el alma del lugar. Porque hay casas que se compran. Y otras, como esta, que se heredan espiritualmente.