Un indicador subestimado pero revelador
En los últimos años, los profesionales de la salud han puesto atención en un indicador tan cotidiano como poco valorado: las uñas. Más allá de su función protectora y estética, estas estructuras de queratina pueden ofrecer pistas tempranas sobre el estado general del organismo. De hecho, dermatólogos y médicos internistas coinciden en que su apariencia puede revelar desde deficiencias nutricionales hasta enfermedades sistémicas.
Fragilidad: señales de carencias nutricionales
Cuando las uñas se rompen o exfolian con facilidad, puede ser signo de déficit de vitaminas del grupo B, hierro o falta de hidratación. Esta condición suele mejorar con ajustes nutricionales; sin embargo, en casos persistentes podría estar relacionada con trastornos tiroideos que requieren evaluación médica.
Cambios de color que alertan
La decoloración también funciona como un indicador clave. Las uñas pálidas pueden sugerir anemia, mientras que un tono amarillento, especialmente si se acompaña de engrosamiento, podría asociarse con hongos o problemas respiratorios. Asimismo, manchas negras o líneas oscuras que aparecen de manera repentina requieren valoración urgente, ya que podrían estar vinculadas a un melanoma.
Alteraciones en la superficie de la uña
Los cambios en la textura, como pequeñas hendiduras o “hoyuelos”, suelen relacionarse con enfermedades autoinmunes como psoriasis o alopecia areata. Por otro lado, la presencia de estrías horizontales profundas, llamadas líneas de Beau, puede aparecer tras episodios de fiebre alta, estrés fisiológico severo o enfermedades que interrumpen temporalmente el crecimiento de la uña.
Formas que hablan: desde la cuchara hasta el tambor
No solo el color o la textura aportan información, sino también la forma. La acropaquia, o uñas en “palillo de tambor”, puede asociarse con afecciones pulmonares, cardiacas o digestivas. En contraste, las uñas cóncavas o en forma de cuchara (coiloniquia) suelen indicar déficit de hierro y anemia ferropénica.
Interpretación médica y señales de alarma
A pesar de la utilidad de estas señales, los especialistas recuerdan que rara vez permiten un diagnóstico por sí solas. Además, factores como el envejecimiento, el uso excesivo de esmaltes, la exposición a productos químicos o microtraumatismos pueden alterar su apariencia. Se recomienda consultar a un profesional si las modificaciones persisten durante varias semanas o aparecen sin causa aparente.
Un recurso accesible para la detección temprana
En definitiva, mientras la medicina avanza en nuevas técnicas diagnósticas, las uñas siguen siendo un indicador accesible y visible. Observar su estado constituye un primer paso hacia una mayor conciencia sobre la salud general y la detección temprana de posibles trastornos.