En el azul más profundo del Caribe Occidental, a tan solo 12 millas de la península de Placencia, en el sur de Belice, late el corazón de Long Caye: una isla privada de 16 hectáreas rodeada por una mar turquesa inmaculado. Esta joya natural, ahora en el mercado por 63,5 millones de euros, es mucho más que una propiedad: es un privilegio reservado a unos pocos elegidos.
El lujo de la desconexión
Long Caye encarna la esencia de la exclusividad. Accesible solo por mar o aire, su aislamiento garantiza una privacidad absoluta. Sus playas vírgenes, sus seis cabañas de diseño rústico chic y su entorno de ensueño ofrecen una experiencia donde el lujo se mide en espacio, naturaleza y tiempo.
Ubicada en el prestigioso atolón Lighthouse Reef —uno de los tres únicos atolones coralinos del hemisferio norte—, la isla permite a sus propietarios disfrutar de algunas de las mejores inmersiones del planeta, gracias a la cercanía del icónico Blue Hole y del santuario marino Half Moon Caye.
Un paraíso sostenible
El lujo en Long Caye es también sinónimo de respeto al entorno. La isla funciona de manera autosuficiente en energía y agua, y ha sido concebida como un modelo de sostenibilidad. Los inversores que apuesten por este enclave tendrán en sus manos no solo un destino paradisíaco, sino la oportunidad de preservar un ecosistema único.
Una inversión con alma
En un mercado global que valora cada vez más las experiencias auténticas y el contacto con la naturaleza, Long Caye es una pieza codiciada. Su potencial es infinito: desde el desarrollo de un eco-resort de ultra lujo hasta su conservación como residencia privada para aquellos que deseen escapar del mundo.
Con conexiones fluidas desde la península de Placencia y una creciente demanda internacional de islas privadas en el Caribe, Long Caye representa una inversión estratégica y emocional: el arte de poseer un pedazo de cielo.