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Maestros del tiempo: Chopard y Parmigiani Fleurier

Por Redacción

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En un rincón silencioso de las montañas suizas, dos casas relojeras forjan con paciencia una definición contemporánea del lujo: Chopard y Parmigiani Fleurier. Si bien sus trayectorias son distintas en edad y volumen, ambas comparten una visión artesanal, ética y profundamente estética del tiempo. Este 2025 las une más que nunca su origen en Fleurier, la tradición de la alta relojería y un mismo compromiso con la perfección medible.

Chopard: 20 años de pureza certificada

En 2005, Chopard presentó al mundo su primer reloj con la etiqueta Qualité Fleurier, una certificación que eleva el estándar suizo más allá del cronómetro COSC. Hoy, dos décadas después, la maison conmemora esa hazaña con una joya mecánica: el L.U.C Qualité Fleurier 20th Anniversary Edition. Solo 20 afortunados coleccionistas en el mundo podrán poseer este reloj, que sintetiza con armonía la tradición, la sostenibilidad y la ingeniería invisible.

La caja de 39 milímetros, elaborada en oro amarillo ético de 18 quilates, acoge una esfera sectorial inspirada en los años 50, donde el contraste entre los acabados satinado vertical y circular evoca los reflejos del sol sobre las manecillas. El calibre L.U.C 96.09‑L, con microrrotor de oro macizo de 22 k y doble barrilete, ofrece 65 horas de autonomía con una delgadez de solo 3,3 mm. Este corazón late con una precisión certificada no solo por el COSC, sino por el test Fleuritest, que simula el uso real del reloj durante 24 horas de movimiento.

Más allá de su mecánica, este L.U.C representa el viaje de Chopard hacia un lujo responsable. Desde 2018, la manufactura trabaja exclusivamente con oro de origen ético, proveniente de minas certificadas bajo estándares de comercio justo, reforzando su posición como pionera del lujo sostenible. La edición limitada —cada pieza numerada— no es solo un homenaje, sino una declaración de intenciones.

Parmigiani Fleurier: el lujo del silencio

Mientras Chopard honra su legado, Parmigiani Fleurier apuesta por el futuro con una colección que deslumbra por su sutileza. En el escenario de Watches & Wonders 2025, la casa independiente presentó una nueva gama que confirma su identidad: complicaciones escondidas, colores matizados y una ejecución que recompensa solo a quienes saben mirar con atención.

Entre las novedades destaca el Tonda PF GMT Rattrapante «Verzasca», que toma su nombre del lago alpino y viste su esfera de un verde profundo acuático. Su función GMT esconde una maravilla técnica: mediante un botón a las ocho, una manecilla secundaria salta sobre la hora local para indicar un segundo huso horario. Al desactivarse, regresa con elegancia, dejando el dial limpio y simétrico. Una complicación poética que revela el alma del viajero discreto.

Pero fue el Tonda PF Sport Chronograph el que acaparó todas las miradas por su innovación material: fabricado en Cermet, una aleación de cerámica y titanio conjuga resistencia y ligereza con un aspecto satinado de gran sofisticación. Sus tres subesferas se integran como relieves en un paisaje de acero grisáceo, con pulsadores ovales que evocan la pureza de líneas arquitectónicas.

La casa también sorprendió con su nuevo Toric Quantième Perpétuel, una edición limitada que recupera su icónica colección Toric con calendario perpetuo coaxial. Un reloj pensado para quienes aprecian las complicaciones nobles en formatos clásicos, con una ejecución refinada en platino u oro rosa, limitada a solo 50 unidades globales.

Una estética común: artesanía y propósito

Lo que une a estas dos casas no es solo su geografía suiza. En el corazón de Fleurier, comparten una visión artesanal del tiempo donde la belleza no se grita, sino que se insinúa. Tanto Chopard como Parmigiani Fleurier pertenecen al exclusivo círculo de marcas que pueden portar la certificación Qualité Fleurier, considerada la más estricta en la industria relojera.

Esta distinción implica cuatro exigencias simultáneas: certificación COSC, pruebas Chronofiable de fiabilidad mecánica, evaluación estética manual, y sobre todo el test Fleuritest, que garantiza que el reloj —tal como llega al cliente— funcionará con precisión bajo condiciones reales. Además, todo componente debe haber sido producido en Suiza, sin excepción.

La búsqueda de esta perfección ha hecho que estas casas produzcan en volúmenes muy reducidos. Parmigiani Fleurier fabrica apenas unos miles de piezas al año, y Chopard reserva sus calibres L.U.C a colecciones selectas. Cada pieza es montada, decorada y ajustada por maestros relojeros que trabajan con la paciencia de los antiguos escultores.

Lujo para quienes saben mirar

Chopard y Parmigiani Fleurier nos invitan a reflexionar sobre el sentido del lujo en tiempos donde la inmediatez reina. Frente a la ostentación, proponen lujo silencioso: un reloj no para exhibirse, sino para entenderse. Uno que late al ritmo de quien valora los matices, la historia, el equilibrio entre lo técnico y lo humano.