Desde Almansa al lujo internacional: el arte del zapato hecho a mano
En un rincón de Castilla-La Mancha, donde la tradición zapatera se transmite como un legado familiar, nace uno de los nombres más distinguidos del calzado masculino de lujo: Magnanni. Fundada en 1954 por Sebastián Blanco Aldomar, esta firma familiar ha trascendido fronteras y generaciones, manteniendo intacto su compromiso con la artesanía, la calidad sin concesiones y un estilo atemporal.
En un mundo dominado por la producción masiva y la velocidad industrial, Magnanni representa una rara joya: cada par de zapatos se elabora en su totalidad en la localidad de Almansa (Albacete), epicentro histórico del calzado artesanal en España. Aquí, en un taller moderno pero lleno de alma, manos expertas siguen confeccionando uno a uno zapatos que son verdaderas piezas de arte.
Hoy, más de 70 años después de su fundación, la tercera generación de la familia Blanco—conformada por los seis hijos de Pascual Blanco Martínez—guía con visión global una firma que ha sabido crecer sin renunciar a su esencia.

Una firma familiar con visión internacional
Magnanni ha conquistado las pasarelas del mundo y los escaparates de las tiendas más selectas. Exporta el 99% de su producción, con Estados Unidos como su mayor mercado (55%), donde sus modelos se venden en templos del lujo como Bergdorf Goodman, Neiman Marcus, Nordstrom y Saks Fifth Avenue. En Europa, nombres como Harrods y Selfridges en Londres también apuestan por su elegancia silenciosa.
En un paso estratégico hacia la expansión, la empresa abrió una sede en Columbus, Ohio, que funciona como showroom y centro logístico para el continente americano. Sin embargo, todo empieza y termina en Almansa, donde más de 300 profesionales trabajan en un modelo de producción vertical que controla desde el diseño hasta el empaquetado.
El arte de caminar con distinción
La seña de identidad de Magnanni reside en su meticuloso proceso de fabricación. Destaca la técnica de construcción boloñesa, que confiere a sus modelos una flexibilidad y confort excepcionales. Las pieles, cuidadosamente seleccionadas, se tiñen a mano, una por una, en un proceso que puede durar hasta 12 horas. El resultado es una pátina única e irrepetible en cada par, convirtiendo cada zapato en una expresión de individualidad.
El enfoque no es puramente estético; también es sensorial. Los clientes describen la experiencia de usar unos Magnanni como un “guante para los pies”, gracias a la combinación de materiales nobles, técnicas tradicionales y un diseño ergonómico cuidadosamente calibrado.
Durante los difíciles meses de la pandemia, Magnanni demostró que el lujo también puede ser solidario. Reconvirtiendo parte de su producción, elaboraron mascarillas para personal sanitario, un gesto que les valió el Premio al Mérito Empresarial de Castilla-La Mancha como Industria Especial COVID-19.
Mirando al futuro, la firma planea expandirse en Asia y Oriente Medio, diversificando además su línea de productos: cinturones, maletines, e incluso una posible colección de calzado femenino que mantendrá los mismos estándares de excelencia.
La huella del alma española
Magnanni no es solo una marca de zapatos; es una historia de valores, familia y excelencia. En cada costura, en cada pulido manual, en cada matiz de color, se refleja el alma de un proyecto que ha sabido unir lo mejor de la tradición española con una sensibilidad contemporánea. Una firma que invita a caminar, no solo con elegancia, sino con historia en los pies.
“Nuestro objetivo no es hacer más zapatos, sino hacer los mejores” — afirma uno de los herederos de la familia Blanco.
Con su combinación de tradición, sofisticación y compromiso, Magnanni representa el lujo sin artificios, el lujo que se toca, se siente y se lleva con orgullo.