En el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid acoge una de las muestras más originales de su programación reciente: Proust y las artes. Esta exposición, la primera de su tipo en España, explora la estrecha relación entre la literatura de Marcel Proust (1871-1922) y las artes visuales, desvelando cómo el universo pictórico, arquitectónico y musical impregnó su obra literaria más célebre: En busca del tiempo perdido.
Comisariada por Fernando Checa, exdirector del Museo del Prado y profundo conocedor de la cultura francesa, la exposición se concibe no como un mero recorrido biográfico, sino como una inmersión estética en el mundo proustiano. A través de nueve secciones temáticas, los visitantes pudieden apreciar cómo el autor interpretaba y recreaba el arte en sus textos, estableciendo un diálogo profundo entre palabras e imágenes.
El arte como memoria y experiencia sensorial
Proust entendía el arte como un vehículo para la memoria, un espejo donde la experiencia individual resonaba con ecos de la historia cultural. La exposición comienza con las primeras obras del autor, como Los placeres y los días (1896), y avanzaba hacia los ambientes y personajes de En busca del tiempo perdido, cuya publicación se inició en 1913. Cada sección revela los vínculos entre la pintura, la arquitectura y la música que moldearon su narrativa.
Una de las ideas centrales era mostrar que Proust no describía cuadros o monumentos de manera académica: su escritura está atravesada por una sensibilidad que convierte cada referencia artística en parte integral de la vida interior de sus personajes. En sus páginas, las obras de Vermeer o Rembrandt no son simples elementos decorativos, sino detonantes de recuerdos, emociones y reflexiones sobre el tiempo.
Obras maestras y préstamos excepcionales
La muestra reune 73 piezas, provenientes de museos e instituciones de todo el mundo. Pinturas de Rembrandt, Vermeer, Van Dyck, Watteau, Turner, Fantin-Latour, Manet, Monet, Renoir y Whistler, una escultura de Antoine Bourdelle y textiles de Mariano Fortuny dialogaban con las evocaciones literarias de Proust.
Estos préstamos excepcionales proceden de colecciones tan prestigiosas como el Louvre, el Musée d’Orsay, el Rijksmuseum de Ámsterdam o la National Gallery of Art de Washington. El resultado es un montaje elegante, sobrio y profundamente evocador que permitía al público recorrer un mapa visual del imaginario proustiano.
París, Venecia y el arte de vivir
Dos ejes fundamentales de la exposición eran el París de la Belle Époque y la Venecia gótica y renacentista. La capital francesa, en plena efervescencia cultural y urbanística durante la Tercera República, es un escenario constante en la obra de Proust: sus bulevares, sus salones aristocráticos, sus teatros y museos constituyen el tejido vital de sus novelas.
Por otro lado, la fascinación del autor por Venecia —que visitó en varias ocasiones— nutría su pasión por la arquitectura medieval y renacentista, así como su meditación sobre el paso del tiempo. La exposición ofrece espléndidas vistas y recreaciones de estos mundos que tanto inspiraron su prosa.
Proust y las artes es más que una exposición: un viaje en el tiempo, una invitación a redescubrir el poder evocador del arte y la literatura. Gracias a su cuidada selección de obras y su enfoque interdisciplinario, permitió a los visitantes comprender cómo Proust, al igual que los grandes pintores, aspiraba a capturar lo que es más esquivo: la esencia del tiempo, la memoria y la belleza.