Un torero que trasciende generaciones
Morante de la Puebla, nacido en La Puebla del Río, Sevilla, ha convertido su nombre en sinónimo de elegancia y clasicismo dentro del mundo taurino. Desde su alternativa en 1997, su trayectoria ha estado marcada por una búsqueda constante de la belleza, con faenas inolvidables en plazas de prestigio como Sevilla y Madrid. A lo largo de los años, su estilo se ha consolidado como una mezcla única de pureza, inspiración y riesgo.
Entre la gloria y la adversidad
En la temporada de 2025, Morante ha regalado tardes memorables que lo confirman como un referente indiscutible. No obstante, la reciente cornada sufrida en Pontevedra interrumpió una racha de éxitos y lo obligó a una pausa temporal. A pesar de este obstáculo, su recuperación avanza con determinación y su reaparición en plazas como Salamanca está prevista con expectación. Así, mientras el público revive la tensión de aquel percance, también aguarda el regreso de un torero que nunca deja de reinventarse.
Un estilo ligado al arte y al lujo
Más allá de los ruedos, Morante representa una forma de entender la tauromaquia como arte mayor. Sus movimientos no buscan la cantidad, sino la calidad del instante; un gesto, un pase o una mirada que permanecen en la memoria colectiva. Al mismo tiempo, su figura está vinculada a la cultura del lujo y la autenticidad, con reconocimientos como la Medalla de la Real Maestranza de Caballería de Ronda y su presencia asegurada en la prestigiosa Goyesca de Ronda en 2026.
Una leyenda en evolución
En definitiva, Morante de la Puebla vive un momento decisivo en su carrera. Mientras enfrenta los desafíos físicos propios del riesgo al que se entrega, sigue consolidando su lugar como un esteta del toreo, un creador de belleza y un referente cultural. Así, el torero sevillano no solo lidia con los toros, sino también con el tiempo, demostrando que el arte verdadero siempre encuentra la forma de renacer.