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Peter Doig convierte Londres en una casa de música y pintura

Por Redacción

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La Serpentine South Gallery de Londres presenta hasta el 8 de febrero de 2026 la exposición Peter Doig: House of Music, un proyecto que convierte la galería en un espacio para mirar cuadros, pero también para escuchar música. En lugar de una muestra tradicional, el artista propone una experiencia inmersiva en la que pintura, sonido y memoria se entrelazan en un mismo lugar.

En primer lugar, la exposición funciona como un regreso simbólico. Doig, nacido en Edimburgo en 1959 y criado entre Canadá y Trinidad, expuso en la Serpentine a comienzos de los años noventa como una joven promesa. Ahora vuelve consagrado como una de las figuras clave de la pintura contemporánea, con un universo reconocible de paisajes oníricos, escenas nocturnas y personajes atrapados en un tiempo suspendido.

La galería como casa de música

Nada más entrar, el visitante descubre que la Serpentine se ha transformado en una especie de salón de escucha. En el espacio central se despliegan dos sistemas de sonido históricos: unos altavoces Klangfilm de los años cincuenta y un conjunto Western Electric de finales de los años veinte, rescatados de antiguos cines. Por ellos suena, a lo largo del día, una selección de vinilos y cintas del propio archivo de Doig.

A esto se suma una escenografía doméstica: butacas, bancos y cortinas invitan a sentarse, a quedarse un rato, a escuchar con calma. La música no es un mero fondo ambiental, sino parte de la obra. Las canciones dialogan con los cuadros y refuerzan la sensación de que la galería se ha convertido en una casa de música abierta al público.

Pintura entre Trinidad y Londres

En las paredes cuelgan obras realizadas en los últimos 25 años, muchas de ellas vinculadas a la larga estancia del artista en Trinidad. En estas pinturas aparecen sound systems callejeros, clubes, escenarios improvisados y personajes que parecen surgir de la cultura popular caribeña. Motivos como el león rastafari, bares iluminados por luces de neón o cielos de color intenso construyen un imaginario donde la música se intuye aunque no siempre se vea.

Por otra parte, Doig incorpora también escenas de otras geografías: parques de Nueva York en otoño, interiores urbanos, fachadas de arquitectura modernista. Todo ello tratado con su característico estilo figurativo, lleno de capas de color, transparencias y atmósferas densas, como si cada cuadro fuera el recuerdo borroso de una canción escuchada hace tiempo.

Domingos de escucha y comunidad

Un elemento clave del proyecto es el programa “Sound Service”, que activa la exposición cada domingo. En estas sesiones especiales, músicos, artistas y coleccionistas invitados comparten discos de sus colecciones personales utilizando los altavoces históricos de la sala. Así, la Serpentine se convierte por unas horas en un espacio de escucha colectiva, a medio camino entre el club, la radio y el salón doméstico.

De este modo, House of Music desarma la solemnidad habitual del museo. El público puede moverse con libertad, conversar en voz baja, dejar que las imágenes y las canciones se mezclen con sus propios recuerdos.

Una defensa analógica de la pintura

En definitiva, la exposición subraya que la pintura sigue siendo un medio vivo y flexible. Al conectar lienzos, vinilos y cuerpos presentes en la sala, Peter Doig propone una defensa radicalmente analógica en un momento dominado por las pantallas. Más que una sucesión de obras, House of Music se recuerda como una experiencia compartida de tiempo, sonido e imagen en el corazón de Londres.