En el calendario de los amantes del motor y la exclusividad, hay citas que son auténticos rituales. Una de ellas, sin discusión, es la Rolex 24 at Daytona: la carrera de resistencia más emblemática de Estados Unidos, donde la adrenalina convive con el lujo y la historia se escribe al compás de motores que rugen durante un día entero.
Este año, la mítica prueba celebró su 63ª edición con un despliegue que fue mucho más allá del asfalto. Porque Daytona no es solo un circuito: es un escenario de lifestyle premium, donde los relojes, las marcas de alta gama y las estrellas comparten protagonismo con los prototipos que desafían el tiempo.
Rolex: la joya que corona la gloria
En el corazón del evento, la pieza más codiciada no está hecha de carbono, sino de acero y oro: el Rolex Cosmograph Daytona. Creado en 1963 para los pilotos más exigentes, este reloj se ha convertido en objeto de culto, símbolo de precisión y estatus. Un trofeo que trasciende la victoria, capaz de convertir a su dueño en parte de una leyenda.
No es casualidad que la versión “Paul Newman” del Daytona se subastara por 17,8 millones de dólares, demostrando que en Daytona la elegancia y la velocidad viajan siempre en el mismo coche.
Glamour sobre ruedas
La edición 2025 no defraudó: la parrilla reunió a joyas de la ingeniería como Porsche, Ferrari, Aston Martin y Acura, alineadas para una batalla que terminó coronando al Porsche Penske Motorsport #7 por segundo año consecutivo. Pero la emoción no se limitó a la pista. En las terrazas VIP, los brindis con champagne competían con la melodía de los motores, mientras celebridades, empresarios y apasionados del lujo disfrutaban de un espectáculo donde cada detalle está pensado para la exclusividad.
Este año, la británica Jamie Chadwick, tres veces campeona de la W Series, ofició de Grand Marshal, poniendo un toque de sofisticación femenina a una jornada que mezcla tradición con modernidad.
Historias que alimentan la leyenda
Daytona es sinónimo de resistencia, pero también de glamour cinematográfico. El actor Paul Newman no solo prestó su nombre al mítico reloj, sino que compitió en esta carrera incluso a los 70 años, demostrando que el lujo y la pasión por el motor no entienden de edades.
Desde sus orígenes en la arena, en la década de 1950, hasta el imponente circuito actual, Daytona ha visto pasar íconos y anécdotas que alimentan un aura única: la de un evento donde las estrellas del automovilismo se mezclan con la alta sociedad, entre cócteles, relojes suizos y máquinas que rozan la perfección.
Más que una carrera: un estilo de vida
La Rolex 24 at Daytona es mucho más que 24 horas de velocidad. Es la demostración de que el lujo puede vibrar al ritmo de un motor, que la belleza puede medirse en caballos de fuerza y que hay experiencias que no se compran… se viven.
Para quienes buscan algo más que un evento deportivo, Daytona ofrece una cita donde la sofisticación se mide en cronómetros y cada curva es una oportunidad para sentir el pulso de la leyenda. Porque en este rincón de Florida, la gloria y el glamour viajan juntos a más de 300 kilómetros por hora.