Un calibre con historia dorada
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Zenith se consolidó como una fuerza dominante en el mundo de los cronómetros gracias al excepcional Calibre 135‑O. Desde su creación en 1949 por Ephrem Jobin, este movimiento fue diseñado específicamente para competir en las prestigiosas pruebas de cronometraje de observatorios como Neuchâtel, Ginebra, Kew Teddington y Besanzón. Con un diámetro de 30 mm —el máximo permitido para categoría de reloj de pulsera— y un volante de nada menos que 14 mm, el 135‑O logró más de 230 distinciones de cronometría, incluyendo cinco primeros premios consecutivos entre 1950 y 1954, una hazaña sin precedentes.
Aunque se fabricaron más de 11.000 movimientos hasta 1962, solo una pequeña fracción, los 135‑O, fue destinada a competición. Estas piezas nunca se comercializaron—eran joyas reservadas exclusivamente a laboratorios de precisión.
La colaboración que lo resucita
Fue la casa de subastas Phillips, bajo la tutela de Aurel Bacs y Alexandre Ghotbi, quien propuso a Zenith recuperar estos movimientos icónicos. El reto no solo era encontrar calibres originales, sino restaurarlos y presentarlos con dignidad contemporánea. Para ello, se contó con Kari Voutilainen, el célebre relojero independiente, y su taller Comblémine.
Voutilainen no solo se encargó de la restauración técnica —respetando componentes originales como la regulación y la frecuencia de 18.000 vph—, sino también de embellecer cada movimiento: biselado, pulido de piezas, perlage en la platina y barrido circular en la rueda real, sin alterar el rendimiento.
El reloj resultante, bautizado Calibre 135 Observatoire, presenta:
- Caja de platino 950, de 38 mm x 10,35 mm, con carrura satinada y bisel y asas pulidos, coronada con la estrella de Zenith.
- Esfera de plata de ley con acabado mate negro, elaborada por Comblémine mediante guilloché a “escamas de pez”. Índices triangulares en plata alemana rodiada y agujas dauphine de oro.
- Segundero grande a las 6 h, que exhibe el número de serie del movimiento, reforzando la unicidad de cada pieza.
- Fondo de zafiro, una primicia que permite admirar el calibre 135‑O restaurado por primera vez en la historia.
- Correa de becerro negra con hebilla de oro blanco, instalada en una elegante caja de nogal con cierres de latón inspirada en los cofres usados para transportar los calibres a los observatorios, un tributo al pasado técnico de la casa.
Tras el lanzamiento inicial, los 10 relojes se agotaron casi al instante. Pero la historia no terminó allí: se produjo una unidad única adicional, basada en un calibre de 1953 —también ganador—, que se subastó para fines benéficos. Este ejemplar se distingue por su caja de nio bio, esfera salmón y decoración interna con tono dorado rosa, cálido y poco convencional.
Este proyecto marca un hito en la relojería contemporánea:
- Herencia revitalizada: por primera vez se exponen al público piezas que habían permanecido ocultas en archivos desde mediados del siglo XX.
- Unión de saberes: la colaboración entre una manufactura reputada, una casa de subastas visionaria y un relojero artesanal encarna la sinergia entre tradición, mercado coleccionista y alta artesanía.
- Vestimenta moderna del pasado: la estética guarda fidelidad a los años 50, pero con refinamientos contemporáneos muy elegantes.
- Exclusividad con sentido: 11 piezas únicas vinculadas a logros históricos, presentadas con la máxima calidad y legado.
El Zenith Calibre 135 Observatoire es más que un reloj de lujo: es un relato vivo del dominio cronométrico de Zenith, un homenaje artesanal y un objeto emblemático para coleccionistas y apasionados de la alta relojería. Su precio, lejos de ser una barrera, refuerza su valor como reliquia.